domingo, 11 de marzo de 2007

EL PARAISO DE LOS FOSILES: EL RIO CARCARAÑA. CHARLES DARWIN




CHARLES DARWIN EN PUERTO GABOTO

Se dice que no alcanza una vida para estudiar uno solo de los aspectos del ser humano. El conocimiento de las ciencias naturales es tan amplio que los científicos lo han dividido en muchas parcelas para que cada una de ellas pueda ser analizada con mayor facilidad.
Charles Darwin, naturalista inglés (1809-1882), produjo una obra gigantesca basada en las observaciones y estudios realizados en sus prolongados viajes por la América del Sur y las islas del Pacífico que le insumieron cinco largos años de su vida.
Durante su recorrido se sintió maravillado del aspecto de las selvas vírgenes que estamparon una impresión sublime en su espíritu, equiparable al asombro producido en él por los grandes desiertos patagónicos y por la Tierra del Fuego. Se pregunta por qué las Pampas no le produjeron el mismo efecto.
Es que en la grandiosidad de ciertos territorios donde sólo cuenta la magnitud, el corazón se sobrecoge y se detiene en la infinidad y grandeza de la Creación. No se advierten allí los minúsculos detalles de la naturaleza que desvían el pensamiento, sino que el mismo se mantiene absorto ante la majestad de la contemplación, del mismo modo que el viajero enmudece ante la presencia del Gran Cañón del Colorado, por ejemplo, cuya sublimidad y silencio , hacen olvidar que allí, abajo, a la distancia perpendicular corre al parecer un hilillo de agua que da origen a su nombre.
La pampa es inmensa pero llana, oculta por la horizontalidad de su superficie y de sus árboles, y por eso el viajero se distrae con las particularidades de su suelo y olvida el panorama. Aparece aquí el ojo del observador que permitió a Charles Darwin escribir las "Observaciones Geológicas sobre la América del Sur" (1846) y cientos de páginas sobre los reinos animal y vegetal, especialmente sobre este último.
Este relevante científico fue, en ocasión de uno de sus viajes, glorioso huésped de Puerto Gaboto.

DARWIN nos cuenta: «a la luz de la luna nos ponemos en camino (desde Rosario) y a la salida del sol llegamos al río Tercero (Carcarañá). También se denomina ese río Saladillo y en verdad que merece este nombre porque sus aguas son salobres. Permanezco en tal lugar la mayor pare del día buscando osamentas fósiles. Además de un diente de Texodón y de muchos huesos esparcidos encuentro dos inmensos esqueletos que, situados uno cerca del otro, se destacan en relieve sobre el acantilado que bordea perpendicularmente el Paraná (río Coronda). Pero tales esqueletos se convierten en polvo así que los toco y no puedo llevarme conmigo más que pequeños fragmentos de uno de los molares, esto basta, sin embargo, para probar que tales restos pertenecían a un mastodonte, probablemente de la misma especie que la que debió de poblar en gran número la cordillera del Alto Perú. Los hombres que conducen mi canoa (hombres del poblado de Gaboto) me dicen que desde hace mucho tiempo conocían la existencia de tales esqueletos, incluso se habían preguntado a menudo cómo pudieron llegar hasta allí, y como para todo hace falta una teoría, llegaron a la conclusión de que el mastodonte, como la vizcacha, era, en los pasados tiempos un animal minador! Por la noche llevamos a cabo otra etapa y atravesamos el Monje, otro río (arroyo) de agua salobre que contribuye al riego de las Pampas».

La permanencia del célebre naturalista fue muy breve: sólo un día de luz, pero lo suficiente para hacer provechosas observaciones.
Había salido nuestro hombre de la ciudad de Buenos Aires, el 27 de setiembre de 1833 y llegó a Santa Fe el 5 de octubre, siguiendo el viejo camino de las carretas. El itinerario se señala en su diario: Luján, Areco, Arrecifes, San Nicolás, Rosario, Gaboto, Monje, Coronda y Santa Fe. Sobre cada lugar se detiene para hacer los comentarios.
Iría demasiado apurado el célebre naturalista para dedicar sólo un breve día de luz octobrina, teniendo en cuenta que el escenario ofrecido por la región del Carcarañá y del Coronda pudo contener muchos argumentos para enriquecer su teoría biológica que pretende explicar el origen de las especies vivientes, por la transformación de unas en otras, en virtud de una selección natural debida a la lucha por la existencia, explicada en el "Origen de las Especies" (1859) y en "El origen del hombre y la selección respecto al sexo" (1871).
Con más tiempo hubiera podido colmar muchas de sus curiosidades en el tranquilo análisis de los vegetales, animales, peces y pájaros que en abundancia poblaban esa pequeña réplica terrena de referencias bíblicas contenidas en los seres del paraíso y del arca de Noé.
Darwin hizo un estudio de “Las plantas insectívoras”. A 90 años de su viaje todavía existían en Puerto Gaboto plantas insectívoras que crecían salvajemente en el lugar. Acaso no las haya visto el sabio en su fugaz pasada porque de encontrarlas hubiese llegado a Santa Fe el día 6 de octubre en vez del 5.
Una de las variedades de esas plantas tenía hojas diminutas y comunes, y su particularidad era de que cuando un insecto pequeño caminaba sobre ella se plegaba lentamente sobre la mitad, a su contacto, impresionando al caminante. Era para pasar horas y horas al acecho para gozar del misterioso fenómeno que cada vez parecía más maravilloso e inexplicable.
Este es un sencillo homenaje a la paciente labor del investigador Charles Darwin y nos permitimos ofrecer a nuestro ilustre huésped, en nombre y representación de los habitantes de Puerto Gaboto, un lugar permanente, para que en forma incorpórea venga, como lo hizo en 1833, en un vehículo angosto y largo, tirado por bueyes, siguiendo el camino de las carretas, a establecerse al pie de nuestras barrancas donde encontró los fósiles de dos mastodontes y un diente de Texodón(Toxodon).

LOS GLORIOSOS HUESPEDES
DE PUERTO GABOTO
Amadeo P. Soler


MAS FOSILES EN EL RIO CARCARAÑA.

Sobre la terminación del río Carcarañá hubo dos grupos indígenas: uno guiado por los jesuitas en el lugar que ahora conocemos como Andino, procedente del Cululú, cercano de Santa Fe, compuesto por indios calchaquíes mezclados con individuos sueltos de otras parcialidades que habían abrazado el pacifismo, por algunos negros procedentes de Brasil y por algunos mestizos y criollos. Ese establecimiento revestía la condición de estancia, y tenía un administrador. El otro grupo, guiado por los franciscanos estaba afincado en el lugar que conocemos por Puerto Gaboto compuesto de indios calchaquíes, superpuesto a una población mixta, ya existente, conducidos por un cacique y un doctrinero. El objeto evangelizador de ambos conjuntos era el mismo; pero la Estancia tenía sentido utilitario mientras que la reducción franciscana era de una pobreza y humildad notorias, verdaderamente humanística y humanitaria.

En el año 1752 llegó a la Estancia San Miguel para hacerse cargo de ella el padre TOMAS FALKNER, sacerdote virtuoso y sabio del cual se ocupó extensamente nuestro inolvidable amigo, el profesor RICARDO ORTA NADAL, en un artículo titulado "TOMAS FALKNER en el Pago de los Arroyos y los albores de la paleontología argentina". FALKNER convivió en el Carcarañá con las dos comunidades hasta el año 1756. Su gente, repetimos, formada por indios, mestizos, negros, mulatos y zambos, realizaban una labor muy especial ya sea en el casco como en los puestos, y debido a la ocupación especial y principal de la ganadería, los puesteros, reseros y peones configuraban un heterogéneo conjunto de criollos, gauchos, mestizos e indios, con gran movilidad, de modo que el estar en Andino, sus puestos o Puerto Gaboto era de poco tiempo y desplazamiento, generándose una vida social muy vinculante.

FALKNER era un gran amante a la paleontología y su destino le dio la oportunidad de vivir en el paraíso de los fósiles: el río Carcaraná.

Allí hizo sus experiencias y él mismo nos dice que a unos 20 Km. del desagüe en el Coronda vio gran cantidad de huesos de todo estilo y tiempo, y desenterró una especie de armadillo que tenía más de tres yardas. Pero el descubrimiento que hicieron sus compañeros en Puerto Gaboto fue el esqueleto de un yacaré monstruoso, que el sabio D'ORBIGNY calificó como megaterio. Gliptodonte o megaterio, lo cierto es que el nombre del Carcarañá y del Rincón de Gaboto estuvieron en boca de sabios de todo el mundo irradiado desde los centros científicos de París, por lo extraordinario del descubrimiento.


HISTORIA DE PUERTO GABOTO - SIGLO XVIII
Amadeo P. Soler


Sitios recomendado sobre palentología:

Museo de Historia Regional. (San Lorenzo, Santa Fe)

Museo histórico y Paleontológico de Andino. (Santa Fe)

Museo Regional Caracará-Añá (Carcarañá, Santa Fe)

Museo Punta Hermengo de Miramar (Bs. As.)
www.museo.demiramar.arg.net.ar

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