domingo, 11 de marzo de 2007

LA ENTRADA DE DIEGO DE ROJAS Y FRANCISCO DE MENDOZA

LA EXTRAORDINARIA VISITA DE FRANCISCO DE MENDOZA.


Tendría que haber llegado DIEGO DE ROJAS, el principal hombre de la Entrada; pero vino en reemplazo su lugarteniente FRANCISCO DE MENDOZA. ROJAS se quedó en Salavina, muerto por la flecha envenenada del indio, sepulto en la tierra pedregosa del Estero.

Con la presencia de este controvertido MENDOZA podemos escribir una de las páginas más gloriosas de Puerto Gaboto. Es la primera vez que el español llega desde el Mar del Sur hasta las puertas del Mar del Norte y es también la primera vez que el Conquistador escucha las palabras de su idioma, de boca de un indio santafesino.

Son dos grandes referencias. Pero nuestra historia local es origen de hechos extraordinarios con cuya mención bastaría para hacer perenne la vivencia de un poblado que en este caso ya venía de antemano con glorias inmarcesibles.

Tendríamos que hacer un resumen de la situación de Puerto Gaboto desde después del abandono de Buena Esperanza. Situación india y mestiza. No aparecen españoles natos en escena. Los que se integraron a las tribus en un principio se fueron desmenuzando en busca de los centros raciales como Asunción y en el Rincón de Gaboto quedó una elite mestiza ejerciendo el cacicazgo. Así tendría que ser. Aquel FRANCISCO DE MENDOZA, indio, de que nos habla RUI DIAZ DE GUZMAN, venido de la Asunción y ahijado del FRANCISCO DE MENDOZA asunceflo no era el único ilustrado en lengua castellana. También Corundá, cacique regional, hablaba y entendía correctamente un aljamiado español.

Se colige que si usaban de ese vehículo para expresarse, lo usarían también con su familia y con los españoles que vendrían de Asunción para hacer sus transacciones. El idioma estaba pues institucionalizado y su expansión entre el elemento propiamente nativo resultaría una suerte de necesidad de intercomunicación que asimilarían en forma práctica como se difunde el habla natural de un pueblo.

Podríamos hacernos de paso esta pregunta: ¿El indio FRANCISCO DE MENDOZA y el cacique CORUNDA eran la misma persona?

Esta extraordinaria visita del conquistador bajado del Perú capitán FRANCISCO DE MENDOZA ha sido comentada en términos generales por varios autores, tales como PEDRO GUTIERREZ DE SANTA CLARA, DIEGO FERNANDEZ, ROBERTO LEVILLIER, ANTONIO DE HERRERA, PEDRO LOZANO, PEDRO CIEZA DE LEON y otros; pero la información detallada la encontramos en la excelente obra de TERESA PIOSSEK PREBISCH, titulada "Los Hombres de la Entrada". De ella extraemos algunos diálogos (2).

Primeramente vamos a historiar lo ocurrido en Puerto Gaboto en 1546 con esta gente. Luego seguiremos con algunos comentarios.

FRANCISCO DE MENDOZA venía con su escuadrón siguiendo al río Amazonas, que así llamaban en aquel tiempo al Río III - Carcarañá. Al llegar a la altura de Sancti Spiritus lo hacían por la margen sur. Quienes conocen el terreno saben que desde que el Carcarañá abandona su caprichoso curso sur-norte y dobla decididamente hacia su desembocadura al Este, la llanura es descendente. Al llegar al punto en que ésta comienza, los conquistadores divisaron un inmenso piélago como si estuvieran en una colina.

Decimos inmenso piélago pues en aquel momento, según las expresiones de "poderoso río" con "siete y aún ocho leguas de ancho", el Coronda y el Paraná, por uno de esos fenómenos cíclicos de las crecidas se convertían en uno, cuyas aguas cubrían todo el delta entre las barrancas del Coronda en Puerto Gaboto hasta las barrancas Este del Paraná en la actual provincia de Entre Ríos. Todas las islas eran cubiertas por la inundación y según la expresión de uno de los conquistadores eran "doce leguas" u "ocho leguas (divididas) en cinco brazos". Se advierte en este dicho la existencia de algunas lonjas de tierras altas que quedaban sin cubrir y que simulaban brazos de la corriente principal.

La historiadora PIOSSEK PREBISCH redacta en su libro una atinada nota, justificando el ancho adjudicado y nosotros, más cerca del teatro de los acontecimientos, describirnos una de estas crecientes extraordinarias en uno de nuestros trabajos (3). Con esto apoyamos la visión de FRANCISCO DE MENDOZA y los suyos por haberla compartido personalmente, aunque algunos siglos después.

De ahí también la confusión de algunos historiadores quienes, en lugar de mencionar el Paraná, dicen que FRANCISCO DE MENDOZA tocó el Río de la Plata al imaginar que aquella enorme extensión de agua era el Río de Solis.

Los miembros de la expedición, inclusive su Jefe eran acuciados por la pregunta: "¿era ése el Río de la Plata que vertía sus aguas en el Mar del Norte?".

Tendrían que averiguarlo; pero ellos estaban en la costa derecha del Carcarañá y "la población estaba de la otra parte del río", enfrente, en la margen izquierda donde se advertían las ruinas del fuerte Sancti Spiritus.

Los indios, tripulando canoas se paseaban por el río donde pescaban y las palabras de los conquistadores a ellos dirigidas no encontraban respuesta pese a haber sido pronunciadas en algunos de los dialectos o idiomas indígenas posibles.

Con gran sorpresa uno de los naturales "que era ladino" se acercó a la costa y se entabló el diálogo prometido renglones antes:

- " Ah, compañero! " - gritó el indio.

-"¿Qué queréis hermano?" - respondió un soldado asombrado.

-"Zahóndate las migas por tu agujero! " -replicó el indio en son de pulla y enseguida, acercandose en otra canoa terció Corundá, señor principal de la costa, preguntando en castellano mal aljamiado.

-"¿Quién es el Capitán de los cristianos?"

-"¿Qué quieres hermano?, que yo soy" - dijo FRANCISCO DE MENDOZA.

-"Muy mozo eres para ser capitán; mucho mejor lo fuera ese viejo que está a par de vos" -expresó Corundá, refiriéndose a JUAN GARCIA DE ALMADEN.

Ante la muestra de disgusto de MENDOZA, el Cacique se dirigió a todos.

-"¿Adónde váis ladrones, desuella las caras, Cimarrones todos y cristianos malos que andar por aquí robando toda esta tierra? ¿No tenéis miedo de Dios? Los otros cristianos por acá sentar son buenos y más mejores; vosotros no porque estar mucho bellacos y matadores".

Con estas palabras, Corundá afirma la creencia nuestra sobre el establecimiento de españoles desprendidos de la armada de PEDRO DE MENDOZA en la región, asentados en las tribus, como así también la presencia de cristianos merodeadores pocos recomendables.

Siguiendo con su discurso el Gran Señor indígena continuó:

-"Los otros decir a nosotros; daca pescado, hermano; toma tijeras, aguja, hilo y seda. Daca maíz, mijo; toma bonete, paño y chaquira. Y nosotros como bellacos decir: daca, daca, comida. Daca indios, indias, maíz. Daca todo; toma lanzada, cuchillada y toma pelota con arcabuz. Andá, andá bellacos, ¡todos ladrones! ¡Mirá: no sentar más aquí y, si sentar, luego morir todos! ¡Yo matar con flecha, con indios míos¡".

Con estas palabras, aprobadas por la gritería y burlas de los suyos CORUNDA los echó del lugar y se negó a "darles guía ni cosa alguna".

La versión dice que los españoles simularon alejarse; pero quedaron escondidos en el lugar el soldado SOTELO y dos jinetes con sus cabalgaduras. Fingió SOTELO que se moría de hambre y empezó a dar gritos. El indio ladino e intérprete saltó a tierra con otros y en un descuido SOTELO se asió fuertemente de él mientras aparecían los jinetes y los indios acompañantes volvían a sus canoas.

El ladino atrapado fue obligado físicamente a contestar y confesó "que estaban casi enfrente de la fortaleza que años atrás había construido el Capitán SEBASTIAN GABOTO" y que sobre la costa del otro río grande había una próspera ciudad cristiana (Asunción). Dijo además que "días atrás (1541) otro Jefe español (IRALA) había dejado metida en una calabaza hueca una carta.

CORUNDA reclamaba dejaran en libertad al prisionero y los españoles pidieron alimentos contra su entrega. Los indios trajeron "gran cantidad de pescado, ollas de manteca y una carga de maíz"; pero los cristianos no entregaron al rehén: querían también la carta. Finalmente la trajeron en su envase de calabaza y pese a la promesa tampoco lo liberaron. Querían que les dijeren a qué distancia estaba la ciudad (Asunción). El ladino les decía "que río arriba hallarían gente castellana; pero que no podrían subir con bergantines".

Enojado, rebelde y nervioso FRANCISCO DE MENDOZA quiso hacer un intento. Desandó el camino de la costa del Carcarañá unas treinta cuadras y por un preciso paso del río allí existente pasó a la otra orilla. A pesar de que el cacique había prometido matarlos dejó tranquilos a los españoles. Estos recorrieron la margen izquierda del Carcarañá, llegaron al fuerte destruido de Gaboto y de ahí, costeando el río Coronda que con la creciente formaba uno con su madre el Paraná, se dirigieron al Norte. Las lluvias habían inundado los campos y la creciente que en algunos tramos rebasaron las barrancas, convirtió a aquel camino en un penoso derrotero, que obligó a los jinetes, después de siete días de marchas no progresivas a regresar al Fuerte y de ahí volver a las fuentes del Carcarañá.

Dejaron el lugar de los timbúes sabedores de que habían llegado al fuerte Sancti Spiritus, de que allí había prendido la lengua castellana, de que había una vía navegable para llegar a la Asunción y que el gran río que habían visitado no era precisamente el de SOLIS sino un acceso que, consecuentemente, con palabras de GABOTO, le decían el río de la Plata.

Quedó el sabor de la nueva conquista desde el Perú y al pie de la cruz dejada por el Veneciano para guía de los navegantes, el hoyo abierto para desenterrar el mensaje de IRALA. Lo hubo efectivamente: PAUL GROUSSAC lo negó, como también negó a LUCIA MIRANDA; pero ENRIQUE DE GANDIA demostró que existió la carta de IRALA de acuerdo con DIEGO GARCIA DE PALENCIA en su "Historia del Perú", con PEDRO DE LAGASCA y con CALVETE de ESTRELLA.

Veamos la versión negada de RUI DIAZ DE GUZMAN; la tenemos vista desde hace mucho tiempo.

Según el historiador mestizo paraguayo, FRANCISCO DE MENDOZA y los suyos bajaron por el Carcarañá hasta llegar a la tierra de los Timbúes. Antes de llegar divisaron "grandes y extendidos vapores en el aire" que según los indios procedían de un gran río y "caminando por un apacible llano, de más distancia de una legua divisó las cristalinas aguas de aquel río, a cuya playa llegó con grande admiración de todos en ver la hermosura del ancho río, de tan dulces como diáfanas aguas, muchas islas pobladas de muy espesos sauces, sus márgenes de vistosas y varias arboledas, entre las que vieron muchos humos de los fuegos con que los naturales se avisaban de lo que se les ofrecía".

Coincide DIAZ DE GUZMAN que vinieron por la mano derecha del Carcarañá. Al día siguiente llegaron los indios en canoa y se entabló el sorprendente diálogo.

-"¿Qué gente sois? ¿Sois amigos o enemigos? ¿Qué queréis o qué buscáis? -preguntó un indio en castellano ante el asombro general.

-"Amigos somos y venimos en paz y amistad a esta tierra desde el Reino del Perú con deseos de saber de los españoles que acá están" -respondió MENDOZA.

-"¿Quién era y cómo se llamaba?" -inquirió el indio.

-"Soy jefe de esta gente que aquí traigo y me llamo FRANCISCO DE MENDOZA".

-"Yo me alegro señor Capitán de que seamos de un nombre y apellido; yo también me llamo FRANCISCO DE MENDOZA, nombre que heredé de un caballero así llamado que fue mi padrino en el bautismo; y así señor, mirad en qué queréis que os sirva, que lo haré con muy buena voluntad".

Siguieron Capitán e indio con el diálogo y, entrados en confianza los indígenas, el cacique descendió a tierra, prevío a que fuesen a su canoa cuatro españoles en calidad de rehenes por si algo le pasase al jefe indio.

No obstante el juramento que hicieron los españoles, al bajar el cacique éste fue tomado de los cabellos por el Capitán mientras los soldados que estaban en la canoa indígena descendieron a tierra y mataron e hirieron algunos indios que se le pusieron por delante.

El cacique, viendo aquella deplorable acción dijo:

-Capitán MENDOZA: Como me habéis engañado y quebrantado vuestra palabra y el juramento que habéis hecho, pues matadme ya, o haced de mí lo que quisiéredes.

Explicó el Capitán que esa acción se había hecho por desconfianza y después de haber consolado al cacique con buenas palabras llegaron a un acuerdo y con intercambio de regalos y alimentos recibió MENDOZA la información que quería acerca de AYOLAS e IRALA.

Dice la versión que luego de esa entrevista los indios volvieron a sus aduares y los españoles se fueron "costeando río abajo hasta un sitio alto, llano que está sobre la ribera de este río (Carcarañá) en cuya cumbre vio hasta situada una fortaleza antigua, que era la misma que fabricó SEBASTIAN GABOTO en aquel puerto para escala de esta navegación. Sobre las barrancas del río vieron plantada una cruz, en que estaban unas letras que decían: "Al pie cartas". Y cavando hallaron una botijuela en que estaba una carta muy larga del General DOMINGO DE IRAL A, avisando a la gente de España de cuanto se ofrecía".

En esta parte de su crónica RUI DIAZ DE GUZMAN incurre en un error geográfico pues para llegar al Fuerte dice que se fueron "costeando río abajo" cosa que no podrían haberlo hecho estando frente al Paraná-Coronda. Sí estaban en la boca del Carcarañá cerca de la cual se erigía Sancti Spiritus este río se oponía al pasaje "a la otra parte del río" y debía buscarse en paso preciso, para lo cual debían ir costeando "río arriba" más o menos una legua para tomar la otra margen, llegar al Fuerte y de ahí costear el Coronda para continuar el viaje hacia Asunción.

RUI DIAZ DE GUZMAN corta su relato a esta altura y no comenta el intento de FRANCISCO DE MENDOZA de encaminarse a la Asunción como en la versión anterior.

Este episodio de FRANCISCO DE MENDOZA por lo desconcertante e increíble no ha sido tratado en su valor intrínseco por los especialistas. Si hubiera ocurrido en Buenos Aires o en Santa Fe habría dado lugar a largas crónicas y a profusas presentaciones. Pero ocurrió en Puerto Gaboto y ¿quién se acuerda de lo allí ocurrido? Sólo los que conocen el paraje pueden gustar de ese recuerdo. Ahí tenemos a un amigo del poblado escribiendo en "Todo es Historia" un artículo titulado "La increíble historía de Sancti Spiritus". Se tratade HUGO L. SYLVESTER, abogado portefío, hijo de un Inspector de Escuela santafesino que recorrió las humildes escuelitas del departamento San Jerónimo (4).

Este hombre sensible y amante de una tradición insuperable se emociona al escribir "la increíble historia", "el extraordinario episodio y el extraordinario discurso" refiriéndose a los diálogos y no se cansa de señalar al legendario FRANCISCO CESAR, "al nacimiento de la fantástica leyenda de la ciudad encantada de los Césares", "las misteriosas novedades" de la expedición de DIEGO DE ROJAS y otras secuencias imperceptibles para el lector simple y no avisado.

SYLVESTER dice que eran 500 los compañeros de FRANCISCO DE MENDOZA; ENRIQUE DE GANDIA, dice que eran 200. Muchos o pocos no interesa. Interesa que hayan estado en la boca del Carcarañá, contemplando el paisaje paradisíaco y luego de llenar sus retinas del panorama asombroso hayan podido decir: "ver la junta de los ríos de aguas cambiantes, de vegetación colorida y rumorosa, las tonalidades del cielo, el espectáculo plástico de las islas, el volar ágil o cadencioso de los pájaros; ver todo eso y después morir..."

"Y después morir...", parafraseando a expresiones conocidas sobre algún paisaje italiano, como le ocurrió a quienes murieron en el regreso, entre ellos a PEDRO MORENO muerto en duelo por su compafiero GARCIA DE LA CUEVA quien pagó a su vez la acción de victimario y al mismo FRANCISCO DE MENDOZA cuyo regreso al Perú se vio truncado por un puñal asesino.

Pido a los gaboteros recuerden estos nombres de quienes fueron sus ilustres huéspedes y agreguen los del soldado PEDRO GONZALEZ DEL PRADO, del engañoso soldado SOTELO que apresó al indio ladino en turbía estratagema; a SAAVEDRA, cuyo nombre se perdió entre las barrancas del Carcarañá; a FELIPE GUTIERREZ, apresado y desterrado por su jefe el capitán MENDOZA; a CANTOS DE ANDRADA, a ANTON GRIEGO, al clérigo comendador padre GALAN y a los otros silenciosos jinetes, 50 ó 200, que vivieron la aventura y la tragedia.

FRANCISCO DE MENDOZA, y los suyos vivió las peripecias en Puerto Gaboto durante un mes. Había llegado el 25 de mayo de 1546.

La gente de Asunción seguramente tuvo conocimiento de esa entrada peruana al Río de la Plata; pero no se inquietó. Ya se encargarían los propios acompañantes de FRANCISCO DE MENDOZA de hacerla conocer, entre ellos don ALONSO RIQUELME DE GUZMAN.

Dos años después, en 1548, tenemos noticia de una expedición organizada desde Asunción por DIEGO DE ABREU al Río de la Plata en un bergantín a cargo de DIEGO DE RIBERA llevando como acompañante a FRANCISCO DE VERGARA y al citado RIQUELME.

¿Quién fue ALONSO RIQUELME DE GUZMAN? Este conquistador, fue padre de RUI DIAZ DE GUZMAN, el autor de "La Argentina", quien, como sabemos, tuvo como madre a una hija de DOMINGO DE IRALA y a quien le debemos en su obra algunos párrafos recordatorios del Fuerte de Gaboto, como él le dio en llamar en su obra. Pero lo más interesante del caso es que RIQUELME, estando en el Perú, fue acompañante de FRANCISCO DE MENDOZA en la Gran Entrada, acompañándolo en su expedición "en demanda de las provincias de "Yungulo" de que dio noticias CESAR"(5). En el relato que hemos hecho de la expedición de MENDOZA hasta el Paraná no lo hemos mencionado; pero acaso haya podido estar en Puerto Gaboto si no fue de los que se quedaron con HEREDIA.

De cualquier modo, este acompañante del bergantín de DIEGO DE RIBERA, debió haber pasado frente a las ruinas de Sancti Spiritus haciendo conocer a sus compañeros algunas implicancias o haberse detenido en ellas. Por otra parte, el lazo de parentesco que tenía con el historiador mestizo, su hijo, habrá permitido a éste recoger algunas experiencias familiares.

Ya sea de ida o de vuelta al Río de la Plata el acercamiento a nuestro puerto habrá sido posible, en especial al regreso.

Amadeo P. Soler
Historia de Puerto Gaboto. Siglo XVI


NOTAS:

(1) GANDIA, ENRIQUE DE. "Historia de Alonso de Cabrera", Buenos Aires, 1936, página 171.

(2) PIOSSEK DE PREBISCH, TERESA. "Los Hombres de la Entrada”, San Miguel de Tucumán, 1986, página 201 y siguientes.

(3) SOLER, AMADEO P. "Puerto Gaboto. La Historia Argentina comienza en 1527', Rosario, 1980, página 134.

(4) SYLVESTER, HUGO L. "La increíble Historia de Sancti Spiritus en "Todo es Historia", Nº 104 de enero de 1976.

(5) SIERRA, VICENTE D. "Historia de la Argentina 1492 - l600", Buenos Aires, 1964, página 189.

No hay comentarios: